ORIENTE MEDIO

IRAN

Irán refuerza su programa nuclear como herramienta defensiva y de prestigio, resistiendo la presión internacional tras la Operación Martillo.

Doctrina nuclear

  • Afirma una doctrina defensiva y disuasoria, pero viola los límites del JCPOA desde 2019.

  • Miembro del TNP, pero con múltiples incumplimientos de verificación del OIEA.

  • Considera el dominio del ciclo nuclear como un seguro de supervivencia frente a Israel y EE.UU.

    Acuerdos y alianzas

    • Cooperación tecnológica con China, Rusia, Corea del Norte y Pakistán.

    • Rechazo de la política de sanciones de EE.UU. y respuesta asertiva ante la Operación Martillo (2025).

    • Usa su programa nuclear como herramienta de negociación diplomática y prestigio interno.

    Tendencias de expansión

    • Dispone de centenas de kilos de uranio enriquecido al 60%, suficientes para una bomba en meses.

    • Desarrolla instalaciones subterráneas y protegidas para resistir ataques israelíes.

    • Mantiene una capacidad nuclear de umbral, sin arma operativa declarada, pero con potencial rápido de fabricación.

    ORIENTE MEDIO – IRAN

    AUTONOMIA NUCLEAR FRENTE A OCCIDENTE

    Irán mantiene entre sus principales motivaciones el desarrollo de una capacidad nuclear propia como elemento de defensa y disuasión estratégica, especialmente tras la guerra con Irak y la ausencia de una respuesta internacional ante los ataques químicos sufridos, que reforzaron su convicción de alcanzar una disuasión autónoma.

    En un comienzo el país estuvo adherido a distintos programas y pactos como “Átomos para la paz” y el TNP. Sin embargo, tras la revolución de 1979 y la ruptura de relación con Estados Unidos el programa iraní quedó al margen de los canales oficiales de cooperación nuclear civil supervisados por Occidente y la AIEA. Este aislamiento llevó a Teherán a reorientar su desarrollo nuclear hacia alianzas no occidentales, como China, Pakistán, Rusia o Corea del Norte, que desde entonces ha intensificado la desconfianza internacional sobre la naturaleza de sus actividades nucleares  

    Junto a ello, la percepción de amenaza constante por parte de Estados Unidos, y los vecinos regionales, Israel y Arabia Saudí constituye uno de los principales motores del desarrollo nuclear iraní.

    Para Teherán, el dominio completo del ciclo nuclear representa un seguro de supervivencia y un instrumento de negociación estratégica frente a sus adversarios regionales y frente a Occidente. En este contexto, el país busca generar capacidades suficientes para disuadir agresiones de sus adversarios, especialmente frente a Israel y Arabia Saudí, cuyos avances tecnológicos y potencial militar se consideran amenazas existenciales, así como ofrecer un paraguas de disuasión a sus aliados .

    En el plano regional e interno, el programa nuclear iraní cumple también una función política y simbólica. Para Teherán, mantener la opción nuclear refuerza su imagen de potencia independiente y líder del eje de resistencia en Oriente Medio. Además, el prestigio tecnológico asociado al dominio del ciclo nuclear fortalece la legitimidad interna del régimen y proyecta influencia regional, consolidando su capacidad negociadora y estatus como potencia emergente.

    De este modo, se pretende preservar una capacidad ofensiva sin quedar directamente expuesto a Israel, asegurándose inmunidad estratégica. No obstante, desde el comienzo de las operaciones efectuadas hacia sus instalaciones por parte de Israel, no ha tenido más remedio que cambiar su táctica. En concreto, a través de la dispersión de sus centros de enriquecimiento, el enterramiento de sus instalaciones nucleares y el fortalecimiento de medidas preventivas, con el objetivo de dificultar cualquier posible ataque preventivo y mantener la credibilidad de su programa frente a sus adversarios. 

    A pesar de disponer de los conocimientos técnicos y materiales necesarios para fabricar un arma nuclear, Irán no posee actualmente una bomba atómica. Según una declaración de la OIEA en 2020, existen en su territorio un entramado avanzado de minas de uranio, centrifugadoras, reactores de agua pesada, instalaciones de investigación y zonas de almacenamiento, junto con más de cuatrocientos kilos de uranio enriquecido al 60%, una cifra sin precedentes entre los Estados no nucleares. Estos avances suponen una violación de los compromisos adquiridos bajo el TNP y colocan al país en una posición de capacidad nuclear latente, es decir, con el potencial de fabricar varias cabezas nucleares en un plazo reducido si decidiera hacerlo .

    Las negociaciones fallidas en torno a su programa nuclear y la falta de confianza entre Teherán y Occidente han debilitado los mecanismos de control del TNP. Aunque el tratado reconoce el derecho de los Estados a desarrollar energía nuclear con fines pacíficos, Estados Unidos ha mantenido una política de contención y presión constante sobre Irán, negándose a aceptar plenamente este principio. 

    La Operación Martillo, ejecutada por Washington este 2025, evidencia que el objetivo estadounidense va más allá de impedir que Irán adquiera un arma nuclear: busca limitar su autonomía tecnológica y su influencia regional. Como consecuencia, Teherán ha endurecido su postura diplomática y estratégica, defendiendo su “línea roja” frente a cualquier intento de privarlo de sus derechos internacionales.

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