INDO PACIFICO

CHINA

China acelera la expansión de su arsenal y capacidades estratégicas, buscando igualar a Estados Unidos y consolidar su influencia mundial.

Doctrina nuclear

  • Desde 2019, transita hacia una doctrina de disuasión limitada, con mayor flexibilidad operativa y capacidad de respuesta estratégica
  • Mantiene oficialmente la política de no primer uso (No-First-Use, NFU), aunque la posible adopción de un sistema de “lanzamiento bajo advertencia” cuestiona su coherencia.
  • Es firmante, pero no ratificó el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (CTBT)
  • Promueve en foros internacionales la reducción del papel de las armas nucleares y propuso en 2024 una iniciativa NFU multilateral dentro del marco del TNP

    Acuerdos y alianzas

    • Miembro del TNP como Estado nuclear reconocido
    • En 2024, defendió diplomáticamente a Irán frente al mecanismo “snapback” de la OIEA
    • Alianza estratégica con Rusia, con posiciones conjuntas en el Consejo de Seguridad para bloquear sanciones o resoluciones occidentales.
    • Relaciones nucleares selectivas con países en desarrollo (Pakistán, Irán) bajo el marco de cooperación civil y transferencia tecnológica, aunque vigiladas por el OIEA.

    Tendencias de expansión

    • Desde 2019, el arsenal nuclear chino crece rápidamente, consolidando a China como la tercera potencia nuclear mundial.
    • Se estima que avanza hacia una ampliación cualitativa y cuantitativa: desarrollo de silos subterráneos, modernización de misiles balísticos intercontinentales, entre otros.
    • La expansión nuclear se combina con opacidad, ausencia de mecanismos de transparencia y rechazo a controles verificables.

      ORIENTE MEDIO – CHINA

      MODERNIZACION Y PODER GLOBAL

      Durante décadas, el arsenal nuclear chino se mantuvo limitado tanto en número como en sofisticación, especialmente frente a los vastos arsenales de Rusia y Estados Unidos surgidos durante la Guerra Fría. Bajo el principio de disuasión mínima, Pekín prioriza un pequeño número de ojivas centradas en vectores terrestres con un papel estratégico principalmente defensivo. Sin embargo, a partir de 2019, China comenzó a abandonar este enfoque, avanzando hacia lo que parece ser una estrategia nuclear más ambiciosa y expansiva.

      Según analistas del Instituto Español de Estudios Estratégicos, este cambio puede haber sido impulsado por la necesidad de mantener una disuasión creíble frente a India, a nivel regional, la preparación y contención de un posible enfrentamiento con Taiwán, así como tratar de equipararse con las superpotencias nucleares tradicionales, Rusia y Estados Unidos, o al menos fortalecer su posición relativa frente a ellas. Este cambio ha sido interpretado como un paso hacia una doctrina de disuasión limitada, que combina mayor flexibilidad operativa con preparación y capacidad de respuesta estratégica.

      El crecimiento del arsenal chino, lo posiciona como la tercera potencia nuclear del mundo. Sin embargo, este ha sido acompañado por opacidad y reticencia a compromisos multilaterales de control de armas, reforzando la percepción de que su expansión no tiene fines exclusivamente defensivos.

      Pese a este rearme, China mantiene un compromiso selectivo con la no proliferación y la reducción del papel de las armas nucleares. Ha reiterado declaraciones históricas como la de Reagan–Gorbachov (1986), se opone a la reanudación de ensayos nucleares y ha firmado, aunque no ratificado, el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. Adicionalmente, en 2024, presentó ante el Comité Preparatorio del TNP la Iniciativa de No-First-Use (NFU), proponiendo que los cinco Estados nucleares (5P) reconocidos por el tratado adopten un tratado o declaración sobre el “no primer uso de armas nucleares”.

      Esta posición diplomática se reflejó en su reacción a la Operación Martillo y a la escalada con Irán. En septiembre de 2024, Xi Jinping, presidente de la república china, recibió al presidente iraní, Masoud Pezeshkian, reafirmando que China valora el compromiso iraní de no desarrollar armas nucleares, respeta su derecho al uso pacífico de la energía atómica y aboga por una resolución negociada del conflicto, sin anunciar nuevos proyectos nucleares civiles bilaterales. Concretamente, Pekín se opuso a la activación del mecanismo “snapback” impulsado por la OIEA, a finales de septiembre de 2025, y promovió junto a Rusia una resolución de prórroga, aunque su propuesta fue finalmente rechazada por el Consejo de Seguridad.

      Sin embargo, esta retórica de contención contrasta con la expansión sostenida del arsenal chino y con los indicios de una posible adopción de una postura de “lanzamiento bajo advertencia”, lo que debilita la credibilidad de su política de no primer uso y plantea interrogantes sobre la coherencia real entre su discurso y su doctrina estratégica.

      En conjunto, la política nuclear china refleja un equilibrio entre rearme, proyección de poder y compromisos selectivos de gobernanza internacional, en un contexto regional caracterizado por tensiones con Estados Unidos, rivalidades con India y dinámicas estratégicas en torno a Taiwán, donde la expansión nuclear sirve tanto a fines defensivos como a la consolidación de influencia y capacidad de negociación global.

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