INDO PACIFICO

PAKISTAN

Pakistán mantiene un arsenal creciente orientado a equilibrar a India, con armas tácticas y cooperación estratégica con Arabia Saudí.

Doctrina nuclear

  • Doctrina India-céntrica, orientada a sostener una disuasión mínima creíble 
  • Declara oficialmente una política de No Primer Uso, aunque mantiene ambigüedad estratégica.
  • No firmante del TNP, ni del CTBT, situándose al margen del régimen internacional de control.

Acuerdos y alianzas

  • Acuerdo bilateral de no agresión nuclear con India (1988)
  • Pacto de defensa mutua con Arabia Saudí (2025)
  • Cooperación tecnológica con China, su principal aliado estratégico.
  • Aislamiento internacional en materia de control nuclear, aunque con colaboración limitada con la OIEA.

      Tendencias de expansión

      • Escenario de alta inestabilidad regional, con carrera armamentística activa con India.
      • Desarrolla capacidades tácticas (misil Nasr) para contrarrestar la superioridad convencional india.
      • Introducción de una Fuerza de Cohetes del Ejército implica institucionalización del componente nuclear dentro de las fuerzas armadas.

      INDO PACIFICO – PAKISTAN

      PODER ASIMETRICO CONTRA  INDIA

      La rivalidad nuclear entre India y Pakistán constituye uno de los principales focos de tensión estratégica en Asia meridional. Desde la independencia en 1947, los conflictos territoriales y las hostilidades recurrentes han configurado una dinámica de disuasión mutua, en la que el desarrollo nuclear se percibe como el garante último de supervivencia nacional. Este patrón ha convertido a la región en un escenario de equilibrio inestable, marcado por la desconfianza estructural y por un riesgo latente de escalada.

       

      La doctrina nuclear de Pakistán es explícitamente India-céntrica, orientada a sostener una disuasión mínima creíble frente a la superioridad militar de India.  No obstante, el país en cuestión ha optado por una ambigüedad estratégica: si bien declara formalmente una política de No Primer Uso, en la práctica ha priorizado el desarrollo de armas nucleares tácticas como herramienta de compensación frente a la ventaja tecnológica y militar india. Este enfoque introduce un riesgo adicional de uso temprano en un escenario de crisis, reforzando un esquema de disuasión asimétrica. 

      Pakistán mantiene un arsenal nuclear en expansión, acompañado de inversiones en infraestructura de misiles y propulsión avanzada, lo que apunta a un interés por ampliar el alcance de sus sistemas estratégicos. Esta modernización ha generado preocupación internacional, incluyendo sanciones en diciembre de 2024 por parte de Estados Unidos a entidades proliferación vinculadas a su programa balístico en el National Defence Complex (NDC) de la región pakistaní de Attock. 

      Adicionalmente, desde junio de 2025 se observan cambios relevantes en el ámbito nuclear-estratégico, como la creación de una Fuerza de Cohetes del Ejército, signos de modernización misilística de largo alcance y recientes declaraciones políticas de ampliar la cooperación con Arabia Saudí. 

      Concretamente, el país del golfo se consolida como uno de los principales aliados estratégicos de Pakistán, relación que en 2025 ha dado un salto cualitativo con la firma de un pacto formal de defensa mutua y una agenda económica centrada en minería, refino y tecnología, sostenida por flujos de remesas saudíes. Este acuerdo es especialmente relevante ya que introduce una cláusula de seguridad colectiva, lo que genera implicaciones regionales tanto para India como para Irán. Aunque el comunicado conjunto no alude al ámbito nuclear, las declaraciones del ministro de Defensa Khawaja Asif sobre la disponibilidad de las capacidades pakistaníes para el Reino se interpretan por varios think tanks como una extensión implícita del paraguas nuclear. 

      India, por su parte, mantiene una estrategia de mínima disuasión, también sustentada en una política oficial de “no primer uso”. Sin embargo, en los hechos, ha emprendido una expansión progresiva de sus capacidades. De las 60 a 80 ojivas estimadas en 2010, ha pasado a 180 en 2025, consolidando una tríada nuclear en maduración compuesta por misiles terrestres, aeronaves y submarinos balísticos nucleares (SSBN). 

      El énfasis en movilidad y preparación operativa incluye avances hacia el acoplamiento de ojivas a sus vectores en tiempos de paz, lo que eleva el nivel de disponibilidad estratégica. India ha priorizado el desarrollo de tecnologías como los MIRVs y una segunda capacidad de ataque marítimo, lo que refleja un proceso de maduración como potencia nuclear regional. 

      Aunque su doctrina sigue apuntando principalmente a Pakistán, el despliegue de sistemas de mayor alcance demuestra una voluntad creciente de disuadir también a China, con quien mantiene disputas territoriales en el Himalaya y una rivalidad geopolítica en expansión. Este entrelazamiento estratégico hace que el equilibrio entre ambos arsenales no se limite a un juego bilateral, sino que se inscriba en una arquitectura triangular que incluye a Pekín. Mientras India calibra su disuasión frente a dos vecinos nucleares, Pakistán encuentra en China un socio tecnológico y político que refuerza su posición relativa. La dinámica resultante amplifica los riesgos de escalada inadvertida, particularmente por la introducción de armas tácticas paquistaníes y sistemas avanzados indios, como los MIRVs.

      En el plano de la no proliferación, ni India ni Pakistán han firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), lo que los mantiene al margen del régimen internacional de control. Sin embargo, ambos países son parte de un acuerdo bilateral de no agresión sobre instalaciones nucleares, en vigor desde 1988, que establece el intercambio anual de información sobre sus emplazamientos atómicos para prevenir ataques accidentales o deliberados . 

      Aunque limitado, este mecanismo constituye uno de los pocos marcos de confianza institucionalizados en una región marcada por la rivalidad estructural y la ausencia de acuerdos multilaterales de control de armas. Aumentando su relevancia con el régimen de cooperación entre Pakistán y Arabia Saudí tras la Operación Martillo, que ha intensificado las percepciones de amenaza y la necesidad de canales mínimos de transparencia estratégica entre potencias nucleares regionales.

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